NOTAS DEL MONDOÑEDO RENACENTISTA. Las sepulturas


Claustro de la catedral


            A modo de noticiero mindoniense del siglo XVI, en los libros de consistorio nos encontramos con notas, apenas fragmentos de protestas o reclamaciones menores, que nos ayudan a dibujar el aspecto de la vida diaria en el Mondoñedo medieval y post medieval. No son fuentes para grandes y documentados artículos pero si un flujo incesante de curiosidades que, por no poder articularlas en un entorno de estudio mayor, se nos están quedando fuera, de ahí que me decida a crear este nuevo apartado, en el revisaré todo el material con el que estoy trabajando para dar a conocer simplemente un numero concreto de curiosidades bajo el nombre de “Notas del Mondoñedo renacentista”.
         Puede que un simple pago a un campanero, el precio del pan en la plaza, la incompetencia de los fieles de curtidores o una referencia a un elemento que aún conservamos pero que nos cuesta creer que se remonte tantos siglos atrás, resulta tan interesante como un sesudo estudio sobre algún episodio de la historia estatal y como se interpretó desde nuestra ciudad.
         En esta primera entrada incluiré una reclamación que hace el regimiento al cabildo y al obispo don Isidro Caja de Lara en 2 de enero de 1589 donde lamentan ciertos cambios que la iglesia ha introducido en sus costumbres para con el pueblo y la comunidad urbana civil.
         De la queja en si podemos obtener algunos datos de interés sobre las tradiciones que regían la relación entre ambos entes, religioso y laico.  Por un lado las costumbres a la hora de inhumar a los mindonienses, antes de estos cambios, que en general podemos resumirlos en un aumento de tasas como se verá en la transcripción, el entorno de enterramiento era el claustro y la nave de la catedral, ambos abiertos tanto para nobles, hidalgos, clérigos, como para laicos. Las sepulturas aumentaban de precio conforme se realizaban “ad sanctos”. Desde los primeros tiempos de la cristiandad se conoce un especial interés de toda la comunidad por descansar en su último sueño lo más cerca posible de las sepulturas de quienes eran considerados mártires, o se no se daba el caso cerca de la “fossa” dispuesta en la mesa de altar donde se guardaban las reliquias del santo patrón necesarias para poder consagrar la iglesia. Cada ara cristiana, sea con un hueco a modo de foso excavado en la mesa o de “fenestra” con puertecita, debe contener una reliquia relativa al santo al que se consagra, incluso los que corresponden al altares laterales, menores o capillas absidiales, el proceso necesario para des-sacralizar  una iglesia incluye la retirada de estas reliquias, que  muchas veces no eran mas que un simple trozo de tela que supuestamente había tocado alguna parte del cuerpo del santo en cuestión.
         Esta costumbre hasta cierto punto heredada de la primitiva magia simpática por la cual los efectos milagrosos se producen por infusión con el elemento sagrado, se tomaba al pie de la letra por los fieles que pagaban por ser enterrados cerca del presbiterio, del altar de alguna capilla o dentro de la iglesia. El claustro era un espacio algo mas alejado pero también apetecible, la sepultura fuera del templo se limitaba a pobres y mendigos. A finales del S. XVI en Mondoñedo se cobraba un real por cada tumba en el claustro, quinientos maravedís por tumba de adulto en la nave y 250 por tumba de niño, por motivos de espacio, claro.
         De esta queja también sacamos que en las ceremonias de entierro, velatorio, y otros ritos en los que entraba en contacto el cabildo con el pueblo, era costumbre usar una cruz de plata con su manija, era costumbre que si el difunto no podía costearse el manto o hábito para ser con el sepultado, era el cabildo quien lo proporcionaba, de tañer las campanas libremente sin permiso del cabildo (nótese la referencia a la Paula, de las mas tempranas, teniendo en cuenta que las primeras serian las que refleja don Enrique Cal Pardo de los 30 de este siglo[1]) y que las limosnas por cada ceremonia estaban limitadas a tres ducados por misa con diácono y subdiácono.

2-I-1589

Adviertase como el cabildo contrabiniendo la costumbre que siempre a avido / de no llevar mas de un real por cada fosario de la claustra de la catedral desta çibdad / y por el fosario del cuerpo de la iglesia quinientos maravedis por las personas grandes y por los niños a doscientos / e çincoenta maravedis de poco tiempo a esta parte an yntroducido de llebar por cada fosario de la / claustra a seis reales y por cada fosario del cuerpo de la iglesia a mill maravedis,  y demas de lo suso dicho / aviendo costumbre de sacar para los entierros e honras de los vesinos de la çibdad una cruz / de plata con su manija ora se hiziese el entierro por el cabildo ora por el cura / lo an quitado dende poco tiempo a esta y solamente sacan una cruz de alarmia e lo mesmo / ansi lo açen en otros abitos tocantes a los ofiçios debinos como bautismos e bela / çiones,  y demas desto acostumbrandose tañer las campanas por los difuntos e que / riendo tocar la campana mayor que se nombra la Paula se tocaba por solo sacristanes  sin pi / dir libertad al cabildo y ahora de poco tiempo aca an provisto pagasen a mill reales y que se pi / da la licencia al dicho cabildo,  y que asi mesmo aviendo costumbre que la fabrica / de el manto y cobertura para el tal difunto no lo quisiere dar el fabricarlo ni el cabildo / mandarselo,  lo an quitado,  y demas desto abiendo costumbre de no llebar mas de / tres ducados de limosna para cada misa de difuntos dicha por el cabildo con diacono y subdia / cono la an subido de pocos dias aca a ocho ducados cometese al dicho corregidor e al / bachiller Prabeo alcalde hordinadio questan presentes lo propongan a su señoria del señor obispo don Ysi / dro
Caja de Lara y si no que se siguia la justizia por el mucho daño y agravio que se / sigue a esta çibdad





[1] Cal Pardo, Enrique, Mondoñedo, Catedral Ciudad Obispado en el S. XVI, Lugo 1992

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